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CUIDADOS DE LA PIEL EN VERANO

La mayor parte de la exposición al sol se produce antes de los 20 años de edad. Proteger la vulnerable piel infantil supone reducir el riesgo futuro de cáncer de piel. En época de verano la playa se convierte en el sitio ideal para pasar un fin de semana en familia, y es allí donde generalmente los más pequeños de la casa se exponen por largas horas a los rayos solares, es importante que sepas que no basta con colocar protector solar solo al inicio de la jornada, debes hacer cada dos horas como tiempo prudencial, ya que la crema pierde su efecto y al tener contacto con el agua tiende a desaparecer rápidamente. Como sabemos la Piel además de ser el órgano más grande del cuerpo humano, es muy vulnerable a la exposición al sol y el calor.

Es por ello que en verano requiere un cuidado más intenso para preservar su salud en nuestra piel. Las altas temperaturas pueden inducir la deshidratación del organismo y, por tanto, también de la piel. Por otra parte, el organismo responde al calor con la transpiración y este exceso de humedad favorece las infecciones como en la zona de los pies, favoreciendo a los hongos o el pie de atleta. En las zonas donde hay pliegues y las personas con dermatitis. A ello hay que añadir el efecto de la radiación ultravioleta que se presentan en el verano a las largas exposiciones al sol. Más allá de un alto riesgo de desarrollar un cáncer cutáneo (melanoma), la piel envejece prematuramente, perdiendo su elasticidad y acelerando el envejecimiento de la piel. A corto plazo, una piel mal cuidada puede volverse seca, áspera, descamarse y adquirir una apariencia apergaminada o cuarteada, lo que se debe a la pérdida del factor hidratante que debe evitar la deshidratación de las células de las capas más profundas. El agua es un elemento esencial para el funcionamiento de la piel, pero especialmente para el estrato córneo y la función barrera. El estrato córneo es la capa más externa de la piel, que está en contacto con el exterior. Se encuentra en constante descamación y renovación para poder proteger nuestro cuerpo del medio externo y mantener unos niveles hídricos adecuados en nuestra piel. Cuando su nivel de hidratación disminuye, causa un déficit hídrico cutáneo y una alteración del ritmo de descamación que puede llegar originar serios problemas cutáneos. La función barrera de la piel protege nuestro cuerpo frente a las agresiones externas y la pérdida de agua. Cuando este mecanismo es dañado, se incrementa la pérdida transepidérmica de agua, que conduce hacia una piel seca, con escamas y grietas, y una sensación de incomodidad y tirantez. ¿Cómo proteger la piel de los niños?

Colocar sobre la piel Filtros solares infantiles, estos son fabricados especialmente para piel delicada de los bebes y los niños, como mínimo con SPF 30, de preferencia SPF 50+ y de preferencia resistentes al agua. Utilizar ropa con filtro ultravioleta (UVA y UVB): este tipo de ropa, elaborada con tejidos que entrelazan las fibras de forma tupida protegen mejor la piel del bebé, entre menos luz permita pasar, mayor será la protección. La ropa de algodón también es recomendable ya que permite la transpiración, siendo este no muy fino. Llevar corros o gorras, cada vez que estén expuestos al y que, en lo posible, usen lentes de sol con cristales homologados para proteger sus ojos, éstos son cristales sensibles a la luz solar. En el verano es la época de piscinas, la mejor forma de refrescarse en los días de calor. pero por desgracia el agua de la piscina no es particularmente terapéutica para tu piel ni para tu pelo. La exposición frecuente al cloro y otros productos químicos presentes en el agua pueden secar e irritar la piel y dejar el cabello quebradizo y descolorido. Para todas las edades, la limpieza, la hidratación y protección son, por este orden, los cuidados más importantes que deben proporcionarse a la piel en verano. Limpieza: hay que ducharse al levantarse, o en el caso de los bebes y niños un baño, pero también después de cada baño en la piscina o en el mar, o siempre que la actividad realizada hay supuesto una aumento de la transpiración. La higiene en verano es fundamental para prevenir infecciones, eritemas e incluso la deshidratación. Hidratación: las duchas y el hecho de beber agua (2,5 litros a lo largo del día para los adultos) pueden prevenir la deshidratación de la piel. Sin embargo es conveniente complementar estas medidas utilizando leches hidratantes después de cada ducha, siempre que se haya tomado el sol y antes de acostarse. No hay que olvidar las zonas más secas: talones, codos y rodillas. Protección: el uso de filtros solares, se tome o no el sol es fundamental para el cuidado de la piel, ya que protege a las zonas expuestas y previene las quemaduras y, a largo plazo, la aparición de melanomas. El color bronceado se debe adquirirse de forma progresiva, de modo que al principio hay que utilizar filtros de alta protección y, toda vez que se haya oscurecido la piel, reducir en algún grado. Hay que ponerse el bloqueador antes de ir a la playa o la piscina y volver a hacerlo cada dos horas o después de cada baño. Los expertos recomiendan que los baños solares no superen los 30 minutos diarios y siempre utilizando un filtro solar adecuado para cada tipo de piel. No se debería tomar el sol en las horas de mayor intensidad de radiación ultravioleta de 12:00 a 17:00 (No exponer a los niños al sol en este horario) Y después del baño solar, utilizar siempre una crema hidratante para recuperar la humedad natural de la piel. Las altas temperaturas aumentan la sudoración, pero se puede controlar utilizando ropas amplias y delgadas, preferentemente de fibras naturales como el algodón y colores claros, que favorezcan la circulación del aire en su interior y rechacen la radiación solar. Lo mismo ocurre con el calzado. Si se ha sudado en exceso, debe limpiarse la piel con una ducha y secarse muy bien. Utilizar calzado cómodo y que envite la traspiración en los pies que favorece a la proliferación de bacterias y hongos. La alimentación debe ser liviana, Debe moderarse el consumo de carnes, las verduras frescas y las frutas deben ser un componente fundamental de la dieta del verano, ya que favorecen la hidratación del organismo y, por tanto, también de la piel. El consumo de frutas y verduras, alimentos ricos en vitaminas antioxidantes como la A, C y E. Esta última es una de las más importantes para el cuidado de la piel, ya que previene la degeneración celular, ayuda en el proceso regenerativo en caso de cicatrices y acné y contribuye al aumento del flujo sanguíneo de la piel. Está presente en aceites, frutos secos, en pescados y camarones y en vegetales como el brócoli, la espinaca, los espárragos, el tomate o la zanahoria.

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